Intro
La vida se abre paso de manera tortuosa si es necesario, siempre es la lucha por la supervivencia.
Los modos en que la evolución asegura nuestra continuidad, es romántica, pero también monstruosa.
Los mas bellos seres, se vuelven torsiones, casi demenciales por alcanzar su espacio de vida.
De este modo Ana se aferraba , a su vida, a una vida que la obligaba a permanecer de cualquier modo como un hecho libertario,
con el grito de vivir a pesar de todo.
Ana se sentaba a la ventana del bar ,en una escena reiterada, llevando en su mano un Borges de cuentos.
Encendía un cigarro en mitad de la lagrima, eran épocas en las que en los bares de Buenos Aires,
no estaba mal visto acompañar un café con un cigarrillo, y sin ser multado por una ley.
Martín acababa de entrar, el era algo mayor que ella, sus bagayos los llevaba livianamente, como si nada hubiera nunca pasado.
Ese día el había llegado al bar a la hora exacta en que Ana degustaba su lagrima a un paso de encender su cigarro.
La calle, era una cortina de agua, era una de esas lluvias de junio, en las que la vida pasa entera de principio a fin y de fin a principio, entre días aguados de mayor o menor intensidad.
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